Es como que siento que sus buenos actos nacen con el sólo propósito de entrar a mi familia, como si fuera una especie de logia, para destruirla por dentro.
Y que yo soy la única que sospecha...no, que está segura, que debajo de sus fachadas de niñas bien, algo ocultan. Algo terrible y sombrío. Y es mi obligación descubrirlo delante de todos.
Son sólo conjeturas de mi mente retorcida, nada más que eso.
Retorcida, pero mía, asique no puedo desoirla, por más absurdas que sean sus palabras. Entonces, a las mujeres que se quieren sumar, (siempre de manera inmanejable e inconsciente, ojo, no lo planeo ni nada por el estilo) las estudio. Cómo reaccionan. Cómo manejan la presión. Cómo miran. Qué hacen o dejan de hacer.
Las pruebo constantemente, y en el caso de que vengan con alguno de mis hermanos, es mucho peor: las hago sentir incómodas, no lo puedo controlar, es más fuerte que yo: las respuestas secas, las malas caras, las provocaciones..... toda una serie de "ataques", por así decirlo, que sé que no merecen, pero que no puedo evitar. Y que nunca, pero nunca, provoca un contraataque. Jamás. Aunque hubiese sido interesante...
Por supuesto, son sólo prejuicios míos, ninguna nunca ocultó nunca nada terrible y sombrío y no han querido jamás destruir a mi familia desde adentro. Pero mi prejuicio está muy incorporado ya, y no se va a ir.
La que me atañe hoy es Ivanna, la futura esposa de mi primo.
Ivanna, al no venir a ocupar un lugar de cuñada, no ha atravesado la incomodidad a la que inconscientemente someto a las susodichas.
Pero sí la envolví injustamente en mi prejuicio .
Hasta anteayer.
Hasta que pronunció las palabras mágicas con las que definitivamente me ha comprado, además de ganarse -al menos de mi parte- una pomposa, feliz y merecida entrada a la familia, con las puertas abiertas de par en par:
"Noo! las ligas, nooo! ni loca!!! ¡¿Te parece que voy a hacer esa grasada de las ligas en mi casamiento?!"
.
.
.
Sin palabras.
Bienvenida a la familia.
Bienvenida a este lado, en donde planeamos cómo les haremos pagar derecho de piso a aquellas pobres que vendrán, mientras batimos café en la cocina.
-
-
