12.3.08

Muerte I. salida de reflexiones guardadas

Intentando abrir el blog de la chica con carácter de mierda del diario La Crítica, abrí por error el diario propiamente dicho. Y encontré el encabezado "Murío el periodista y conductor televisivo Jorge Guinzburg"

Recapitulé las veces que durane el año pasado desaparecía del medio por mucho tiempo debido a "problemitas de salud", a que "noquedóbiendespuésdelamuertedeMarioMazzone", y otras similares.

Recordé cuando con mi hermano comentábamos que debía de tener cáncer, cuando reapareció con poco pelo, corto y blanco. Y lo que es más evidente: cara de cáncer. Y a diferencia de las muchas veces que le encuentro a alguien "cara de" con intenciones jocosas, la cara de cáncer me hiela. La cara de quien sabe que va a morir tiene, por supuesto, algo de muerte en ella. Y no hay nada divertido en la muerte.

Y esto a continuación es para leerlo sin prejuicios. Sin ese prejuicio absurdo de que hasta el más hijo de puta en vida, después de muerto es un santo de devoción, al que hay que honrar exageradamente, recordar como un héroe de la humanidad y si alguien se opusiera a hacerle honor a la falsa aureola, si alguien mencionara una sola falta que haya cometido en vida, se lo condenara, porque está atacando a un pseudosanto que si buen supo ser tan humano y tan fallido como el resto de los mortales, ahora es impoluto, inmaculado, vírgen y además parece que el "no poder defenderse" lo libra de hacerse cargo de todo dolor que pueda haber causado.

Ya libres de este prejuicio, quizás puedan entender esta sensación sin marcarme con la A escarlata, gritarme hereje, pecadora, resentida, egoísta, necia y otras tantas:

Me cago en Jorge Guinzburg.
Y en los homenajes venideros, con fotos, fragmentos de programa y música celestial.
Y en todos los que dirán "fue un grande", "jorgito era único, era".
Y en todos los méritos y cualidades que nadie reconocía y que ahora pasarán a enarbolar cual estndarte de su temprana santidad.

Y me cago en todo eso porque está empapado de una sensación pasada, una ira de la que, creo, no me libraré mientras viva.

Y es la ira que me despierta la gente que sabe que va a morir y lo oculta.

O lo niega, hace "como si no" y ve todo desde una perpectiva de despedida, que es unilateral, por supuesto.
Y uno después se da cuenta de que mientras hablaba de algo que molestaba, miraba la tele o simplemente pasaba el día como cualquier otro, la persona en cuestión no hacía más que mirarnos con la tierna sensación de que estamos equivocados y todavía no sabemos apreciar la vida.
Sólo que no lo dice. Sólo que se guarda su puta sensación de que su inminente muerte la ha envestido con una sabiduría propia que solo se le otorga a aquellos que saben que dejarán la vida y el mundo, y que además lo harán de una manera lenta, dolorosa e interminable. Y entonces creen comprenderlo todo: la vida, la muerte, la humanidad, el amor, los sueños, el más allá, la vida eterna...todo.
Y al sentirse tan fuertes (y probablemente lo sean) y tan sabios, el resto de los mortales pasamos a ser escoria. Una masa confundida que no entende nada, que va ciega por la vida sin apreciar lo maravillosa que es, sin la sensibilidad para conmovernos ante las pequeñas cosas, derechos a estrellarnos contra nosotros mismos y , por supuesto, sin un minúsculo grano de fortaleza para tolerar nada.

Pues bien, la cuestión que tiene tan a mal traer a quien suscribe es que no tolera el abandono.

La cuestión para quien suscribe es que me cansé de ese puto manto de santidad mártir que cae sobre la gente que enferma y muere. Me cansé de que no se pueda poner en tela de juicio la manera de actuar. Me cansé de que se respete y entienda sin lugar a discusión el proceder (que, por supuesto, siempre es el adecuado...) de un enfermo terminal que después de todo murió, ya está, y por esa razón no haya el menor lugar para las consecuencias de mierda que dejó ese proceder en la gente que está hoy viva.

Me cansé de que "poobre! con lo que sufrió...!", "sabés que feo saber que te vas a morir...." ""claro, cómo lo decís?", "se lo bancó solo/a....", "pensar que la última navidad nos miraba uno por uno, como que sabía en el fondo, no?", "qué fortaleza..."

Fortaleza mis cojones.
No le veo la fortaleza a mirar a alguien a la cara pensando "una de las últimas veces que te voy a ver"...y no decirlo. Y quitarle el derecho a la otra persona de reaccionar, de saber. Quitarle el derecho a la verdad.
Y acá entran los comentarios imbéciles acerca de que no te quieren hcer sufrir y toda esa sarta de pelotudeces.

Bueno, novedades: sufrir se sufre igual.
Lo que hace en realidad el enfermo es librarse de la culpa. Retrasar el sufrimiento de los demás hsta el momento en que se muere, y que entonces la catarata de llantos, angustias y duelos tenga rienda suelta todo lo que quiera, pero cuando ya no lo pueda ver.

Por supuesto la gente que es necia, que casi siempre es la que pone el manto de santidad, me acusa de egoísta, y entiende que el enfermo ya tuvo demasiado sufrimiento y condena como para, en vez de aprovechar los últimos momentos de vida disfrutándolos, sufrirlos aún más viendo a un ser querido llorar. Entonces justifican que nos "protejan" ocultándolo todo, que es lo mismo que mentir.

Y la pregunta que me rompe la cabeza es:
¿De qué carajo se creen que nos protegen?

¿De sufrir?
¿De no poder entender , que se van a morir y no hay nada que hacer al respecto? (en cambio ellos, omnipotentes, sí pudieron entender algo mucho peor, que es la muerte propia, ellos que son personas exáctamente igual que nosostros)
¿De que veamos lo perversa, lo mierda que es la vida?
¿De saber que no importa la vida que lleves y lo feliz que seas y los planes que tengas, en cualquier momento te podés enfermar y morirte?

¿De todo lo anterior, que, de todos modos, uno asume como realidad, sólo que de manera repentina, fría y desesperante?


¿Sueno como una persona que está agradecida de esa "protección"?
¿Podría yo ser el ejemplo andante de que ocultar las cosas funciona?

Quizás es un caso aislado, lo sé.
Pero este caso aislado tiene la puta costumbre de bañarlo todo en la más objetiva lógica: la muerte no otorga santidad, las enfermedades no hacen mártires, el paso al otro mundo no limpia las cagadas que se puedan haber dejado en este, los que quedamos vivos no tenemos porqué perdonar y olvidarnos de todo sufrimiento y afrenta a medida de que sus autores van pasando a mejor vida, no existe estupidez ni error más grande que esa absurda impunidad que otorga el más allá,
y si hay que dejar a los muertos en paz porque no pueden defenderse y además Dios ya los perdonó; bueno, novedades: Yo estoy aún viva, no vivo en paz, y si Dios los perdonó, genial, pero yo no. El fallecido se arrepiente, Dios perdona, y a mi qué? y a nosotros, que? A todos aquellos que nos hicieron doler o sufrir, la cicatriz no se nos borra con actos de redención y coros de ángeles.


Que ibas a sufrir.
que no lo ibas a entender.

Probame.
O hubieras probado.
Porque bien es sabido que discuto mis puntos de vista hasta el hartazgo, o muy pocas veces hasta que alguien con un muy buen y racional argumento logre convencerme de que estoy equivocada.
Bien es sabido que cuando me gana la ira, y estoy convencida de que aquello que me despertó esa ira, la justifica y con creces , puedo vivir el resto de mis días enojada, sin un ápice de culpa y hasta orgullosa de estarlo.

Y hoy pienso fehacientemente todo esto que acabo de escribir y nadie ha venido con un argumento racional a convencerme de que estoy equivocada.
Y la ira brota por doquier, justificada y con creces.
Pero quien lo ha generado no puede retrucar porque, claro, los muertos no pueden defenderse.



No pueden defenderse, no pueden atacar, no pueden contestar, no pueden hablar, no pueden escuchar, no pueden guiar, no pueden hacer absolutamente nada por la sarta de imbéciles que quedan acá, llevando con un ridículo y solemne respeto un arreglo de calas, cada mes, al cementerio.

Señales inequívocas de el corte de pelo no puede posponerse ni un día más.

1. El color de las puntas es 2 tonos más claro que el resto de la cabeza. Y no te has teñido.

2.En caso de que te tiñas para solucionarlo, la diferencia de tonos se mantiene.

3. No podés salir a la calle sin previamente pasar por un tedioso ritual, no por una cuestión de coquetería, sino porque corrés el riesgo de que Servicios Sociales te lleve por abandono de persona. Algunos de los tediosos rituales sin los cuales no estás en condiciones ni de atender al sodero:

-plancharte el pelo

-atiborrarte de hebillas invisibles (que siempre se ven, por supuesto) hasta que no quede un sólo mechón librado al azar.

-Hacerte un rodete (desprolijo, claro.)

-Hacerte un rodete y sujetarlo con una birome bic azul que tenga el culo comido, y que así y todo quede mejor que la nada.

-Usar gorras, vinchones de los '60, pañuelos, remeras y similares que cubran el 90% de cráneo, para dar sensación de prolijidad (siempre que seas vista de frente, claro)

-Empaparte la cabeza y mantenerla así, chorreando asquerosamente mientras dure el contacto con el resto de los seres humanos.

-Recordar con envidia a esa gente que tiene rastas hasta la cintura...ellos no tienen este problema!



4. Hagas o que hagas, las puntas del pelo siempre tienen aspecto de haber estado 2 días adentro de un horno.


5.El último corte de pelo aparece como vestigios que se notan solamente en los últimos 5 o 10 centímetros.


6.Exceptuando esos últimos 5 centímetros, el pelo no tiene forma de nada. Es como la cabellera de Mercedes Sosa pero un poco más larga. Asi, con forma de NADA. Parece una peluca nueva lista para que le den forma y color a gusto.